Tuve la oportunidad de ver El Crimen del Cácaro Gumaro hace unos cuantos días y hasta este momento se me ha ocurrido que escribir. Sinceramente no sabía que poner porque al salir de la cinta me sentí como si hubiera visto a alguien haciendo pintura con sus propias excreciones corporales.
En cierta medida esta película es un ejercicio de cine surrealista, pero por otro lado también tiene cierta tendencia «moralista» que me hace preguntarme… ¿En qué rayos estaban pensando cuando la hicieron? Obviamente hay una alegoría escondida (dentro de lo que cabe) en este filme, pero no puedo quitarme de la cabeza lo que vi.
Toda la historia se centra en dos hermanos, habitantes nativos de Guepez, su padre acaba de morir y a cada uno de ellos les deja algo. Al primero que es un tipo algo nefasto le heredan la casa, y al segundo, cuya inocencia roza en la estupidez, le dejan el cine del pueblo. Ambas propiedades están como para demolerlas y construir algo nuevo, pero la nostalgia los lleva a cada uno a querer restaurarlas… o eso creo, porque después de un rato se les olvida todo el rollo de la casa y nos quedamos solamente con el cine.
Por cierto, estos hermanos no se llevan bien (me gustaría pensar que hay algo esotérico en eso… pero no) y por 3/4 de la película tratan de destruirse mutuamente… y de eso trata la película. Obviamente se encuentran con el mal de males, encarnado por Andrés Bustamante, quien siempre les anda metiendo el pie. Ana de la Reguera, Alejandro Calva y Carlos Corona son quienes completan este cuarteto de actores que llevan a sus espaldas todo el peso de la historia.
Dentro de la trama se tocan muchas cosas a nivel parodia, está llena de referencias a muchas de las películas Mexicanas más reconocidas por el público, pero hasta nada más… Siento que la cinta es un montón de pensamientos fragmentados de un montón de personas distintas.
Lo que si voy a resaltar es que la película tiene sus momentos sumamente divertidos (y los cameos le agregan sabor), pero no por eso la volvería a ver. Siento que con una sola vez de haberla visto se absorbe lo que nos quieren contar… Digo, a menos que quieras enumerar todas las referencias a otras películas entonces si tendrías que verla varias veces.
Lo que no me gustó fue la forma de tratar la temática sobre la piratería, está demasiado «en tu cara.» El mensaje es que la piratería destruye al cine (cosa que considero sumamente estúpida, pues todos seguimos yendo al cine y cada vez se recauda más en taquilla) está muy choteado. Hay también cierto reclamo al gobierno, pues dan a entender de manera muy obvia que la piratería existe porque el gobierno quiere, pero además de eso porque la gente la pide y muchas veces no puede pagar el cine.
Esto lleva a la parte final de la película, en la que dan a entender de un modo sumamente abierto que el cine de Jalibud convierte a la gente en zombies. Se olvidan del pequeño detalle: ya son zombies sin ir al cine. Lo que no propone esta cinta es una solución, es como enseñarte el manjar y no dejarte comer… ¿De qué sirve darte cuenta que existe la comida si no puedes comerla?
Ahí va la solución al problema: hay que pensar. Simplemente con el hecho de prender ese CPU del cual nos dotó la naturaleza, esa masa gris llamada cerebro, podemos conseguir muchísimas cosas, en realidad es tan poderoso que podemos conseguir cualquier cosa que nos propongamos. Pero primero hay que aprender a pensar, esa es la forma de dejar de ser zombi.
Me gusta pensar que Andrés Bustamante, Armando Vega-Gil y Emilio Portes, escritores del guion y él último director de El Crimen del Cácaro Gumaro, trataron de hacer un experimento con esta película, querían ver que conseguían. Lo bueno es que es tan extraña y bizarra que lograron hacer algo innovador, no muy bueno, pero innovador.
Realmente no puedo recomendar esta película ya que no me gustó. Pero estoy seguro de que a otras personas si les puede interesar, sobre todo si son fans del Güiri Güiri y su estilo cómico. Si no te late esto, mejor te sugiero que veas otra cosa en el cine.
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